A su regreso Sayid es un "cazatalentos", "headhunter", en la expresión original que utiliza para describirse a sí mismo ambiguamente, un sicario que irrazonablemente trabaja para Benjamin Linus eliminando uno por uno los nombres de una lista negra, de la que por el momento conocemos los dos primeros, Mr. Avellino y el jefe de Elsa. Al primero le ejecuta en un campo de golf en las islas Seychelles. Tras el disparo, los surtidores del campo se encienden y Sayid es regado por una lluvia mientras se aleja hacia el fondo del plano. A Elsa la conoce de manera aparentemente casual en un local de un Berlín invernal. Después de lograr acordar una cita con ella, Sayid en las inmediaciones del lugar, se comunica por móvil con su jefe informando de que ha localizado el objetivo, se deshace del móvil y, significativamente, lava sus manos con unos pedazos de hielo. El acto casual es un evidente paralelismo con la escena de los surtidores: la ablución de Sayid después del derramamiento de sangre en ambas escenas remite a la impavidez con la que afronta la inhumanidad de los asesinatos. (La ablución no es la única referencia en el capítulo a la religión de Sayid: en la isla el personaje encuentra un Corán en la librería de Ben. Este hallazgo debe interpretarse igualmente en referencia a los escrúpulos de conciencia del iraquí.) Sayid aparenta ser un mero ejecutor de las órdenes recibidas, su acción es desprovista de una reacción de contenido emocional, simplemente limpia su conciencia y deja tras de sí la impureza. Al principio del capítulo se nos hace creer de este modo que se ha operado una transformación radical en el personaje: Sayid ha vuelto a ser el implacable torturador que una vez fue en Irak.
Es cierto que antes de que esta fractura identitaria tenga lugar, parece apuntarse un cambio evidente en Sayid por el que habría vuelto a ser, una vez más, el despiadado torturador. El asesinato a sangre fría de Mr. Avellino no deja dudas al respecto. Además, mientras que en la isla se encarga de velar el cadáver de Naomi (porque según el reprobable código ético del personaje una mujer nunca debe ser maltratada), en el flashforward llega a matar a Elsa, aunque sea en defensa propia. Quizá la pulsera que llevan Naomi y Elsa únicamente sirva para dejar patente el paralelismo a contrario entre las dos escenas, aunque esto sea dudoso porque ya viene remarcado por el acto de Sayid de cerrar los ojos de la difunta. (Parece más probable que pueda haber un vínculo entre ambas, quizá pertenecieran a la misma organización y el brazalete sea un símbolo de dicha procedencia.) Otro factor que hace explícito el cambio es el uso de la diplomacia y del diálogo en la isla para rescatar a Charlotte y lograr salir de la isla, aunque lo haga mediante el engaño y el doble juego, como le reprocha Frank Lapidus (en una estratagema que tenía pensada desde el momento en que le pregunta a Miles acerca de su relación con Naomi y Charlotte).
Deberíamos preguntarnos qué es lo que produce esta vuelta de tuerca en el personaje, dónde se sitúa el punto de inflexión en su actitud. En el capítulo el cambio radical se explica por el chantaje al que Ben le somete. Sabemos que trabaja para él después de que le amenazara con revelar un error suyo del pasado, probablemente propiciado por la traición de un ser querido. De hecho, en el capítulo, Sayid no sólo es engañado por Elsa sino también por Hurley en la isla, como una reiteración temática de la traición que nos es ocultada. Tal vez fuera esta traición anterior, originaria de todos los males futuros de Sayid, la razón de la frialdad de matarife que adopta. Sea como fuere, el único motivo conocido por el momento es que debe liquidar a las personas de la lista para proteger a sus amigos, probablemente a los seis de Oceanic. Dicha lista podría estar compuesta por la gente de Abbadon (presumiblemente, aunque nada lo demuestre por el momento, pertenecientes a Dharma), de acuerdo con la conexión probada entre Naomi y Elsa.
Una ironía dramática señala la condición desalmada que llegará a tener Sayid en el futuro a su regreso de la isla. Siendo prisionero de Locke, asegura que el día en el que confíe en Benjamin, habrá vendido su alma. La sentencia tomada literalmente resulta ser una muestra de la inhumanidad que alcanza Sayid, quebrada su identidad y recuperada su ocupación criminal en un vuelco siniestro propiciado quizá por la traición repetidas veces de aquellos que se prometían sus seres más allegados.
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